En la penumbra, te observo. En pocas horas me dirás adiós, y mientras nuestros caminos se separan definitivamente, intento imaginar cómo podré volver a caminar por las calles que recorrimos juntos, cómo haré para respirar el aire que ahora siento escapar fuera de mí, de qué forma lograré recomponer mi alma, rota en mil pedazos.
Me acerco a la ventana, con sigilo; no quiero despertarte, no vayas a apresurar tu partida, y a través de las cortinas miro el cielo radiante, los pájaros revoloteando entre los árboles, los niños jugando en el parque, la gente caminando, nadie sospecha que el mundo nunca volverá a ser como ahora. Nada será nunca igual, los colores van perdiendo su brillo, los sonidos se van apagando, la luz se vuelve difusa.
Vuelvo a tu lado, e intento grabar en mi memoria cada detalle: el pliegue de tu codo, la forma de tus dedos, el ritmo de tu respiración, la curva de tu espalda...Quiero llenarme de tu recuerdo, pues sé que, muy pronto, no habrá nada más.
Abres los ojos y me sonríes, como un niño confiado sin miedo al futuro, y me susurras promesas vacías, me cubres de besos sin sentido, abrazas mi cuerpo como si te perteneciera, y me ahogo, no puedo respirar; te regalo un último beso y salgo de la habitación, antes de hundirme por completo en tu abismo.
Me acerco a la ventana, con sigilo; no quiero despertarte, no vayas a apresurar tu partida, y a través de las cortinas miro el cielo radiante, los pájaros revoloteando entre los árboles, los niños jugando en el parque, la gente caminando, nadie sospecha que el mundo nunca volverá a ser como ahora. Nada será nunca igual, los colores van perdiendo su brillo, los sonidos se van apagando, la luz se vuelve difusa.
Vuelvo a tu lado, e intento grabar en mi memoria cada detalle: el pliegue de tu codo, la forma de tus dedos, el ritmo de tu respiración, la curva de tu espalda...Quiero llenarme de tu recuerdo, pues sé que, muy pronto, no habrá nada más.
Abres los ojos y me sonríes, como un niño confiado sin miedo al futuro, y me susurras promesas vacías, me cubres de besos sin sentido, abrazas mi cuerpo como si te perteneciera, y me ahogo, no puedo respirar; te regalo un último beso y salgo de la habitación, antes de hundirme por completo en tu abismo.
5 comentarios:
Yo no haré sentencia de ello, quizás tenga que ponerme alguna camisa, acostumbrado a camisetas...
Sí quizás si me cambie alguién, por conveniencia própia desde luego....
Sí justo antes de hundirme en el Abismo...
Si me regalan de esa forma el último beso...
Abrazos....
¡Qué fantástico si cuando uno vive esos momentos especiales, pudiese detener el tiempo, alargarlo!
Pero también es cierto que una de las cosas que los hace especiales es su fragilidad y su brevitud.
¿Y si en ese abismo al que te diriges hubiese alguien mejor, más hermoso? Ah ah ah.
Besos cariñosos
un texto precioso pero quien se marcha para no volver el o tu, no me ha quedado claro porque parece ser que el te hace promesas, que para ti suenan a palabras vacias, sea como sea un bonito relato
€RIK
Siempre se puede cambiar, mientras no sea una imposición ajena; de hecho cambiar es evolucionar. La verdad, no te imagino cambiando de atuendo, sería una especie de traición a tus ideales, ¿no te parece? Mejor sigue como hasta ahora, para que pueda encontrarte entre la espuma del mar...
TULIPÁN
Imagina una vida compuesta solamente de momentos tan intensos como este...sería insoportable, y terminaríamos suplicando un poco de rutina y aburrimiento.
ALBERTO
Cuando se cierra una puerta, siempre se abre una ventana, así que supongo que sí, por muy grande que sea el dolor de una despedida, es muy posible que ahí fuera esté esperando alguien mejor.
RADAMANTH
He ahí el quid de la cuestión, ¿quién es el traidor en esta historia, el malvado que abandona al otro a pesar de su evidente amor? Ni yo lo sé, ya ves...
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