Salimos del coche y nuestros pies nos llevaron sin pensar al muro tras el que el mar rugía furioso en la oscuridad. El suelo mojado dejaba claro que alguna de aquellas olas era lo suficientemente alta como para rebasar el rompeolas, pero eso no importaba. Apoyados en la barandilla aspiramos con deleite ese perfume marino que embriaga los sentidos de quienes como nosotros, han vivido toda su vida frente al mar. Sin prisa nos dirigimos al final del paseo marítimo, charlando por el camino de todo un poco, sacando algunas fotos del cubo iluminado con diferentes colores en honor al carnaval, y sobre todo disfrutando del momento en que por fin podíamos hablar los dos solos, sin interrupciones constantes ni cambios de conversación inoportunos.
Agradecimos llegar a la zona de callejuelas en las que ya no soplaba el viento helado y nos sentamos a tomar un café, y entre anécdotas, risas y alguna que otra confidencia descubrimos muchas cosas a lo largo de las horas. Que si nunca hasta entonces nos habíamos encontrado fué por caprichos del azar, pues no faltaban los puntos ni las personas comunes; que en lo básico, lo realmente importante, pensamos de forma muy parecida; que estamos cómodos en nuestra mutua compañía y conectamos de esa forma que pocas veces se da entre quienes hasta hace muy poco eran solo conocidos tras una pantalla pese a haber nacido en la misma ciudad y pateado las mismas calles durante toda una vida. Te sorprendiste con agrado cuando al amparo de la confianza y el ambiente relajado de aquel local de jazz dejé salir a la granuja vacilona a quien sólo conocen un puñado de personas en el mundo, y nos reímos como críos cuando me propusiste matrimonio y el tipo de al lado, con un par de copas de más creyó que iba en serio.
Aquí tienes un amigo para toda la vida, me dijiste al despedirnos, y lo sé, era en serio. Y sí, puedo imaginarnos dentro no de 20 años, sino de 30 y hasta 40, sentados en un banco frente a la bahía, charlando por los codos y no precisamente de achaques y operaciones típicas de viejos, sino de nuestras neuras, nuestros escritos y vacilando a la gente al pasar frente a nosotros, sin importarnos un carajo que nos miren con cara de vergüenza ajena.
5 comentarios:
Alcinante!!!!!
Fijaté, por un momento creía que estaba contando mi historia, eso sí, el Mar espera...
Ahora, el que se sonrie soy yo pensando en que veinte años no tardaron en pasarse, sabes, y alguno más de veinte, y bueno, al fin y al cabo si queda pulso suficiente, da igual que tengan que ser los achaques el modo por el que quemar la mecha, que termine en una explosión de diálogos frente al poderoso Azúl....
Nunca se sabe, quizás, sea eso mismo lo que hablo cuando nadie me ve......
Te he visto con tus letras sacar esa granuja vacilona....Y mira, podia ser el que estuviese en la mesa de al lado.....
Es más sin una copa de más, ni de menos, creí lo que leía......
Besos, Amiga......
Ahora tengo una duda... suele suceder con los buenos relatos. Nose sí estás vacilando o hablando en serio. De todos modos me encanta, una joya.
Un abrazo, Amiga
Ojalá que esos deseos tuyos se vean cumplidos.
Yo también podrías haber sido,o tal vez algún día, ser; ese vecino de mesa que escuchó unas palabras mágicas llenas de afecto y posibilidades.
Un beso amiga, feliz fin de semana.
Besos.
¡Qué bueno poder encontrar amigos del alma! Esos seres especiales con los que se produce la magia de sentirnos bien apenas los encontramos y que tienen el poder de renovar ese sentimiento cada vez que nos encontramos, Besos en la red.
Pensaba esta granujilla se guarda para si el encuentro con el gran poeta del que solo me ha desgranado cuantro anecdotas, pero veo que no, que al final lo has compartido, ojala un día aunque este en el culo del mundo pueda yo encontrarme yo contigo y si puedo ser testigo de ese encuentro con baston en la bahia, estareis monos los dos de verdad...besotes dificilmente alguien podra romper esa relacion que hoy os une es demasiado intensa y ya sabes entre copa y copa surgen mas nexos...besotes wapaaaaaaaaaa
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