El hogar de mis peores pesadillas y mis sueños desbocados

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6 de febrero de 2009

Ritual nocturno

Entro en el descansillo y me refugio en su interior, agradeciendo el súbito calor y la protección que me ofrece contra la lluvia inclemente, que cae sin descanso desde hace tantos días que ya ni recuerdo cuando fué la última vez que vi un rayo de sol. Con las manos entumecidas por el frío y las gotas heladas que se escurren por el borde del paraguas salpicándome, dejo el pesado paquete en el suelo y rebusco en el bolso intentando encontrar las escurridizas llaves que, como es habitual, nunca aparecen cuando las necesito con urgencia. Tras un buen rato de búsqueda infructuosa sacudo impaciente el bolso, con la esperanza de que su tintineo me ayude a ubicarlas en su interior, pero nada de lo que se agita dentro suena ni parecido siquiera al tintineo metálico de mi llavero, así que con una frustración que raya en la rabia vuelco el contenido en la alfombra, sólo para descubrir que, extrañamente, no están entre el montón de cosas que llevo siempre a cuestas. Veo un paquete arrugado de pañuelos de papel, más inservibles que otra cosa gracias a la humedad que se cuela por la esquina de la cremallera que hace mucho tiempo no cierra bien, la cartera abombada y no precisamente por billetes, sino por una cantidad inexplicable de papeles y recibos de compra de los que nunca me decido a desprenderme, la barra de cacao que siempre me acompaña pero es incapaz de impedir que mis labios se cuarteen durante todo el año, el inhalador para el asma que casi nunca utilizo, pero que resulta absolutamente necesario precisamente las únicas veces en que me lo dejo olvidado sobre la mesilla, y unos cuantos chicles de fresa ácida medio desenvueltos por el trajín, pero de las llaves, ni rastro. Un atisbo de pánico se insinúa en forma de palpitaciones aceleradas de mi preocupado corazón, e intento controlarlo recordando cuándo y dónde las ví por última vez. Entonces recuerdo que en la librería, cuando saqué la cartera para pagar, las llaves estaban enganchadas del cierre y tras forcejear con ellas para liberarlas, las metí...¡vaya! rebusco en el bolsillo del abrigo y ¡voilà!, ahí están las malditas llaves...
Entro en casa de un humor de perros, empapada por completo de cintura para abajo, agarrotada por el frío y segura de que mañana me despertaré hecha unos zorros. Dejo el paquete sobre la mesa de la cocina y pongo a calentar agua en el microondas mientras busco en el armario una bolsita de té, que espero me ayude a recuperar un poco la temperatura interna de mi cuerpo. Mientras reposa entro en el baño y me quito la ropa chorreante, entro en la ducha y dejo correr el agua muy caliente sobre mi maltrecho cuerpo, sintiendo como poco a poco se relajan los músculos y se alivia la tensión que amenazaba con provocar una jaqueca que hubiera arruinado mis planes para esa noche. Me pongo un pijama grueso, un par de calcetines de lana y la bata de invierno, y sintiéndome casi bien del todo me acurruco en el sofá con la taza de té y el paquete, que apoyo sobre mis rodillas. Casi con reverencia rasgo el papel que lo envuelve, dejando a la vista el tesoro que contiene, cuatro libros de diferentes tamaños y estilos, escogidos entre cientos para ser mi más preciada compañía en las frías noches de invierno de las próximas semanas. Tras un momento de vacilación me decido por uno de ellos y lo abro cuidadosamente, lo mismo que si se tratara del estuche de una joya de incalculable valor, porque en realidad eso es lo que es, al menos para mí, una joya más preciada que cualquier diamante. Y me sumerjo en la lectura mientras lo que me rodea pierde consistencia y es sustituido por otro paisaje, otro tiempo, con texturas y olores propios que nada tienen que ver con los de mi apartamento...
No pasa mucho tiempo antes de que sienta su presencia a mi lado, sutil e incorpórea, pero familiar y reconfortante. Oigo su voz susurrando junto a mi oído, siento el leve roce de sus manos al apoyarse en mi hombro y jugueteando con mi pelo, e incluso a veces me parece sentir su aliento en mi cara, como si estuviera leyendo por encima de mi hombro. Mi compañero de lectura me acompaña cada noche desde el día que me mudé aquí, y nunca he sentido miedo ante su presencia; al contrario, es como un viejo amigo con quien comparto una gran pasión, un compañero de piso que no ensucia, no pone la música demasiado alta ni curiosea en mis cosas cuando no estoy. No sé su nombre ni he visto nunca su cara, pero de lo que sí estoy segura es de que nunca me abandonará, y yo nunca faltaré al ritual nocturno de su compañía.
Nunca más estaremos solos.

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5 comentarios:

Tulipán dijo...

Ay, Vipe, lo siento, pero llevo escrito como cuatro veces este comentario, donde hablo de los libros y las precencias y cada vez que voy a publicarlo, algo pasó y la conexión se me cortó.
La verdad, no me dan ganas de escribirlo otra vez así que te lo debo para la próxima :-)

Anónimo dijo...

Oye bruja, de donde sacas tanta inspiración? ahora me dejas con la ganas de saber mas de "el acompañante nocturno". Mira a ver si no empiezas tantas historias, sin acabar las antiguas ¡eh!!!

Te he borrado de mi blogger (que mal suena) y te he vuelto a "seguir", haz tu lo mismo a ver si de esa manera..... ES QUE ESTOY MUY SOLA, maña.

Viperina dijo...

TULIPÁN, te tomo la palabra, jejeje...Es una lata cuando ocurre eso, yo después de varios fiascos parecidos he tomado por costumbre, cuando escribo un comentario un poco largo, copiarlo antes de darle a enviar, por si las moscas...y la verdad es que más de una vez me ha salvado de la catástrofe.
Espero que la próxima vez tengas más suerte; besos.

Viperina dijo...

YZUL, qué vas a estar sola...¿o es que tú no tienes un acompañante nocturno como éste? Por cierto, vuelve a llamarme bruja, y te echo el mal de ojo...so víbora, jajajaja!!!

€_r_i_K dijo...

Cuando llevo un rato leyendo, y pienso en esa compañía incorporéa....Lanzo un fuerte suspiro, reconociendo la presencia, y es cuando el último párrafo se escapa a las neuronas.....Y decido, dejar que lea detrás de mí hombro izquierdo...
Y releo el último párrafo.....