El hogar de mis peores pesadillas y mis sueños desbocados

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22 de febrero de 2009

Salto al vacío



Es curioso; casi toda mi vida la he pasado aquí, en este pequeño refugio desde donde contemplo el mundo que me rodea, sin plantearme nunca si será tal y como yo lo veo a través de este cristal, o si será tan sólo un espejismo provocado por el reflejo de la luz en su superficie. Nunca me había planteado antes la opción de salir al exterior, de comprobar hasta qué punto es real aquello que veo desde mi atalaya, escuchar de cerca el rumor de las olas en la rompiente, sentir cómo el perfume de las flores inunda mis pulmones y embriaga mis sentidos, dejar que la brisa me acaricie y estremecerme de placer por la sensación de pertenecer a algo más grande. Y por encima de todo, rodearme de otros como yo, aquellos cuya compañía me ha sido negada por el capricho de un hombre que una tarde se cruzó conmigo y decidió que me quería solo para él. Cómo imaginar, cuando fuí instalada en esta preciosa pecera con todos los lujos imaginables, que nunca volvería a salir de ella...Debí huir cuando aún estaba a tiempo, pero me dejé cegar por el oropel de aquello que me rodeaba y quise creer que quien poseía tanta belleza no podía ser cruel, pero me equivoqué, porque él no se rodea de belleza por el placer de disfrutarla, sino por pura ostentación de poder, y eso es lo que soy para él, un objeto precioso que adorna su propiedad y que despierta envidia y admiración a partes iguales entre sus rivales y su corte de lameculos. Pero su embrujo me mantenía hechizada, y no me daba cuenta de hasta qué punto estaba en sus manos y me mantenía apartada de todo aquello que pudiera despertar en mí el menor deseo de salir de esta hermosa prisión.
No sé que fué exactamente lo que me hizo abrir los ojos, pero como si un ligero velo hubiese caído por sí solo, de repente empecé a verlo todo de otra forma. Todo aquello que hasta ayer me parecía precioso, hoy lo veo viejo, agrietado y sin valor, las joyas parecen pedazos de barro, las gruesas alfombras tejidas a mano en lejanos países exóticos me hacen daño al pisarlas como si anduviera sobre piedras, los lujosos vestidos que me cubren me ponen la piel de gallina, y cuando me miro al espejo, la imagen perfecta que me devuelve gracias a la fortuna invertida en los mejores tratamientos de belleza y peluquería, siento náuseas. Sin ser del todo consciente de lo que hago, me siento en el tocador y me despojo de las joyas que me queman la piel, limpio mi rostro de maquillajes y deshago el elaborado peinado, cepillándo mi cabello como cuando era niña, dejándolo libre. Dejo caer al suelo mi vestido y busco al fondo del último cajón la ropa que escondí la primera vez que pisé esta casa, hace tantísimos años, dando gracias a mi impulso nostálgico de guardar algo perteneciente a mi pasado, que hoy me puede salvar la vida. Los vaqueros aún me sientan bien, cómo no, él no puede permitir que su mujer deje nunca de aparentar la edad que tenía cuando la adquirió, y la vieja camiseta de algodón es como una caricia para esta piel demasiado acostumbrada a la seda. Recojo mis escasas pertenencias, mi cartera, mi reloj; poco más es realmente mío, el resto pese a serlo no me pertenece, fué pagado por él, con su sucio dinero, el mismo que arruinó mi vida, y no quiero volver a ver nada de todo esto, nunca más. Me escabullo entre las sombras del crepúsculo, ebria de felicidad y me atrevo a pensar, esta vez sí, que por fin voy a vivir de verdad.
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6 comentarios:

Salva dijo...

Me ha encantado, je, podria resumirlo asi pero queria añadir que estoy de acuerdo con el tema que hoy nos ocupa, creo que sin darnos cuenta, todos estamos un poco en nuestra pecera y contemplamos todo desde ella, es un error pero a veces, casi por inercia, ocurre
un beso

€_r_i_K dijo...

Solo quiero creer, creer y crecer al mismo tiempo, y dejar de quedar hechizado por cualquier cosa material, que no me deje la libertad de escuchar música a todo volumen, casi reventandomé los tímpanos, a golpe de baterias y guitarras eléctricas......
Y esa negra camiseta de moda en los ochenta, sienta bien para ir a comprar el pan....
Lástima del pelo que ya no crece.....
Viviré, aunque tenga que ser dentro de mí....
Y todo lo que me rodee, sea simple decoración en el teatro de la vida que me toca.......
Con tener el poder de dar el golpe en la mesa no es suficiente.......También en silencio se crece........

Abrazos......

Tulipán dijo...

Creo que hay otros hechizos más fuertes que los materiales, aunque, ojo, no los subestimo para nada, pero el temor a perder lo que tenemos, a la ausencia, al estar solos con nosotros mismos, muchas veces nos ata más que un vestido bonito.Y así, transcurren nuestros días, mirándolos a través del cristal.

fly dijo...

El resurgir de las propias cenicas es una gran victoria llena de valor y compromiso con uno mismo que es lo que realmente tiene valor, no hay joya en el mundo igualable al alma de una mujer ¡libre!
Estupendo relato, un abrazo.

Radamanth dijo...

lo realmente importante es llegar a esa percepcion de que vivimos en una carcel de oro pero no por ello menos cruel que cualquier privacion de libertad, pero uno a lo bueno se acostumbra pronto a lo malo cuesta mas de ahi que mucha gente no teme la determinacion de salir corriendo y se quede en su carcel dorada, con todas sus comodidades. Solo la fortaleza de espiritu nos puede llevar a ser personas lo suficientemente maduras para decidir romper con todo y empezar de nuevo, desde abajo, sin tanto lujo... abrazos un relato conmovedor

Alberto dijo...

Hay que salir y atreverse, aunque nos cueste, aunque suponga un plus de valentía, pero hemos de explorar lo que hay más allá y aparcar la comodidad de nuestro nido, de nuestro hogar, de nuestra jaula de oro.
Me he sentido identificado porque coger el bastón y salir en busca de uno mismo no es fácil, pero merece la pena, como sin duda le mereció la pena a la protagonista de tu cuento.
Besitos, amiga y buen día.
Ojalá algún día nos encontremos los que buscamos esa droga que es la superación y el anhelo de ser uno mismo.